Hoy, festividad del Corpus Christi, hemos tenido después de misa mayor, la tradicional procesión por el casco antiguo del pueblo. Es una gran fiesta, celebramos el Misterio de la presencia real y verdadera de Cristo en la eucaristía. Es un gran don de Dios, que nos ama y quiere estar con nosotros para que le comamos, para que le adoremos y demos gracias. La eucaristía, junto con su madre, es el tesoro más grande que nos ha dejado Dios.La adoración a Jesús presente en la eucaristía, acto de fe y agradecimiento, lo podríamos hacer dentro de la Iglesia, pero la procesión del Corpus es algo más, es adorarlo privada y públicamente. Por eso tiene todo el sentido del mundo, que en la procesión participen nuestras autoridades.
La procesión es acompañar a Jesús por el pueblo, de una forma muy gráfica, queremos enseñarle Boadilla, nuestras casas, queremos invitarle a que entre en ellas, para que nos ayude en las dificultades de la vida, para que bendiga a nuestras familias y a nuestros hijos.
También le queremos enseñar nuestras escuelas y colegios para que bendiga a maestros y profesores, para que eduquen cristiana y humanamente a nuestros niños y jóvenes, y que bendiga a nuestras autoridades y a cuantos trabajan en bien del pueblo.
Me he acordado del símil que hace San Pablo de la Iglesia con el cuerpo humano. En la procesión ocurre algo parecido, cada uno tiene una función y la ha realizado lo mejor que puede, los sacerdotes portando al Santísimo, orando, cantando y bendiciéndonos; la banda municipal solemnizando la procesión, varios vecinos adornando los cinco altares del recorrido, la adoración nocturna colaborando en el buena marcha de la misma, la guardia civil custodiando al Santísimo, los niños de primera comunión, junto con sus padres y catequistas, las autoridades cumpliendo su papel, etc.
La procesión ha sido preciosa, se ha desarrollado con gran silencio y devoción, hemos enseñado a Jesús nuestro pueblo, le hemos adorado y estoy seguro que el Señor nos llenará a todos de bendiciones. |