En la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a sus apóstoles y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn. 20, 22-23). Desde entonces la Iglesia distribuye el perdón de Dios a todos aquellos que se acercan a este sacramento.